Sabios para hacer el mal, pero no sabios para volver a Dios —Jeremías 4:5-31

Iglesia Presbiteriana Pacto de Cristo

“Sabios para hacer el mal”, son palabras que describen muy bien el estado de nuestra civilización. Los últimos acontecimientos demuestran cuan frágil es el barniz que cubre lo que llamamos “civilidad”. Somos parte de una cultura que domina y desarrolla la tecnología, somos parte de una cultura que puede conocer de todo en un instante en el internet, pero que es profundamente ignorante de su propia condición.

Muchas personas han lamentado la muerte de George Floyd en Minneapolis, Estados Unidos. El mundo se conmocionó con las ultimas palabras de este hombre que moría asfixiado por un mal procedimiento de la policía, diciendo: “no puedo respirar”.

Sin embargo, este mismo mundo no se conmociona por el asesinato de miles de seres humanos creados a imagen de Dios en el vientre de sus madres. Nuestro mundo a este asesinato le llama “interrupción del embarazo” “planificación familiar”. ¡Sabios para hacer el mal!

Nuestra naturaleza pecaminosa sabe muy bien como racionalizar el pecado. Miren los hornos abandonados de Auschwitz, Birkenau, Treblinka. Estos son los recuerdos vivos de lo que nuestra naturaleza pecaminosa puede hacer. Los hornos donde murieron millones de judíos no fueron creaciones de hombres ignorantes, sin estudios y sin educación. Las mentes más brillantes del Siglo XX, los profesionales más calificados dispusieron todos sus conocimientos al servicio del pecado. ¡Sabios para hacer el mal!

Tu naturaleza pecaminosa sabe como justificar, racionalizar y disfrazar el pecado. Sabe muy bien como fingir fe, amor y piedad. Tenemos un corazón que es sabio para lo malo y sólo Dios puede darnos un corazón para Él. Si hemos de vivir para Dios la vida de Dios debe venir a nuestras vidas. Sólo Dios puede salvarnos en medio de una generación perversa.